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LA ERA DE LA GORGONA
Estamos a punto de entrar en el año de la serpiente y curiosamente, entra en el mes en el que seguimos trabajando con Agrat Bat Mahlat, cual algunas fuentes la representan como una Reina Bruja de apariencia similar a la Gorgona (Medusa), con serpientes en lugar de cabello o y en otras ocasiones como una Bruja Anciana. Todos conocemos la historia de Medusa que Ovidio escribió en la “Metamorfosis”, un poema narrativo considerado una de las obras más influyentes de la civilización occidental, la cual se considera la versión canónica de los mitos griegos.
“La historia de Medusa cuenta que era una mujer con una belleza que deslumbraba tanto que desafiaba a los Dioses. En el templo de Atenea, su reflejo se desbordaba en las paredes de mármol, y muchos la admiraban, pero pocos se atrevían a acercarse. Poseidón se encaprichó de ella y la deseó solo para el, mancilló su pureza dentro del templo dedicado a Atenea y la Diosa tomó este ataque como una ofensa, así fue como el destino, cruel y caprichoso, tejió su manto en la vida de Medusa.
Atenea poseída por la envidia la condenó, transformando su cabellera en serpiente y su rostro en un emblema de terror. Así comenzó la tragedia, un descenso a la oscuridad que la alejaba del amor y la compañía. Medusa, una vez venerada, se convirtió en un símbolo de horror, y su mirada, capaz de petrificar a cualquier mortal que osara mirarla fijamente, la aisló en su solitaria prisión, donde permanecería en la penumbra de una cueva contemplando su nueva existencia, llena de rencor y melancolía. Los ecos de las risas y los susurros de los amantes perdidos la atormentaban.
Las serpientes, que ahora adornaban su cabeza, se enrollaban a su alrededor y la soledad se convirtió en su única compañera, y con el tiempo, la desesperación comenzó a consumirla, hasta que el héroe Perseo, armado con la determinación de cumplir con una misión en nombre de los dioses, se enteró de la existencia de Medusa. La leyenda de su mirada mortal lo intrigó, y aunque muchos habían caído ante su belleza y su horror, él se acercó con una mezcla de valentía y compasión. Al llegar a la cueva, se encontró con la figura de Medusa, no sólo como un monstruo, sino como una víctima de un destino cruel.
Los ojos de Medusa, a pesar de su naturaleza letal, reflejaban una tristeza profunda, un anhelo de redención. Perseo, en lugar de sucumbir al miedo, percibió su dolor y entendió que detrás de la máscara de horror se encontraba una historia de traición y sufrimiento. Con su escudo, que reflejaba la luz del sol, logró mirar a través de la maldición y, en ese instante, vio a la mujer que había sido antes de la transformación. El enfrentamiento no fue solo físico; fue un duelo de almas. En el clímax de la lucha, cuando Perseo levantó su espada, no sólo buscaba acabar con el monstruo, sino liberar a la mujer atrapada en el horror.
Con un movimiento preciso, separó la cabeza de Medusa de su cuerpo, pero en lugar de celebrarlo, sintió una profunda tristeza. Medusa había sido derrotada, pero su historia no había terminado. La cabeza, aún con el poder de petrificar, se convirtió en un trofeo, un recordatorio de la tragedia que había sido. Cuando Medusa muere estaba embarazada y al ser decapitada, sus dos hijos no natos Crisaor y Pegaso saltaron estrepitosamente de su cuello. Las Gorgonas se despertaron por el ruido e hicieron lo posible por vengar la muerte de su hermana, pero no pudieron ver ni atrapar a Perseo, porque llevaba el gorro de invisibilidad de Hades y las sandalias aladas de Hermes.
Entonces, regresaron a su morada aislada para llorar a Medusa, esta acción es llamada como “los lamentos de las gorgonas”. Píndaro, un gran poeta griego antiguo, dice que al escuchar su triste lamento, Atenea se conmovió tanto que modeló a partir de él, la música lúgubre de la flauta doble, el aulos. Así, la historia de Medusa se convirtió en un lamento eterno, una advertencia sobre la envidia, la belleza y la soledad. En su muerte, encontró una forma de redención, pero el eco de su llanto perduraría en los corazones de aquellos que escuchaban, recordando que incluso en la oscuridad, hay siempre un destello de humanidad”.
¿Pero, quién fue Medusa exactamente? Las primeras referencias que hay de ella están en un registro antiguo de la Teogonía de Hesíodo, la cual cuenta que Medusa era la más hermosa de las hermanas monstruosas conocidas como las Gorgonas. Tres hermanas (Esteno, Euríale y Medusa), hijas de Forcis (Dios del mar y de las profundidades ocultas) y Ceto (Diosa de los monstruos marinos y los peligros del mar), vivían "más allá del famoso Océano, en el borde del mundo, en las últimas extremidades hacia la noche, donde están las Herpérides de voces sonoras" (Teogonía, 270). De las tres, se dice que sólo Medusa era mortal.
El nombre de Medusa (Μέδουσα, translit. Médousa) deriva del verbo griego antiguo μέδω, que significa "custodiar", "proteger” o ”guardián” y Gorgona procede de la palabra griega antigua γοργός, que significa "sombrío", "feroz" o "terrible". A veces era conocida como Medousê Medeôn, la Reina Medusa. Las Gorgonas eran monstruos que estaban asociados con los lugares más remotos y extremos del mundo, en una literatura posterior, se les asoció que vivían junto con otros horribles seres de la mitología junto a las puertas del inframundo.
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Realmente su aspecto era el de tres poderosos demonios alados, se representaban en pinturas y esculturas con cabezas anchas y redondas, mechones de pelo serpentinos, ojos grandes y fijos, bocas anchas, lenguas colgantes, colmillos de cerdo, fosas nasales ensanchadas y, a veces, barbas cortas y ásperas. Medusa fue humanizada en el arte clásico tardío con el rostro de una bella mujer. En el arte del mosaico, su rostro redondo estaba envuelto con serpientes enroscadas y adornado con un par de pequeñas alas en la frente.
Según Virgilio: “En el centro está la gorgona Medusa, un enorme monstruo alrededor del cual unos mechones de serpiente retuercen sus bocas silbantes; sus ojos miran malévolamente y bajo la base de su barbilla las puntas de las colas de las serpientes tienen nudos atados”.
El Diccionario de biografía y mitología griega y romana dice: Homero sólo conoce una Gorgo, que, según la Odisea (xi. 633), era uno de los fantasmas espantosos del Hades: en la Ilíada (v. 741, viii. 349, xi. 36; comp. Virg. Aen. vi. 289), la égida de Atenea contiene la cabeza de Gorgo, el terror de sus enemigos. Eurípides ( Ion, 989). En tradiciones posteriores se las sitúa en Libia. (Herodes, ii. 91; Paus. ii. 21. § 6.) Se las describe ( Scut. Here. 233) como ceñidas con serpientes, levantando sus cabezas, vibrando sus lenguas y rechinando sus dientes; Esquilo ( Prom. 794. &c., Choëph. 1050) añade que tenían alas y garras de bronce, y dientes enormes.
Había una tradición en Atenas de que la cabeza de Medusa estaba enterrada bajo un túmulo en el Ágora. (Paus. ii. 21. § 6, v. 12. § 2.) Atenea dio a Heracles un mechón de Medusa (escondido en una urna), pues tenía un efecto similar al de la cabeza misma sobre quien lo contemplaba. Cuando Heracles marchó contra Lacedemonia, dio el mechón de cabello a Estérope, la hija de Cefeo, para proteger la ciudad de Tegea, ya que su visión pondría al enemigo a luchar. (Paus. viii. 47. § 4; Apolod. ii. 7. § 3.)
El mito de la familia de los Forcis, a la que pertenecían también las Grayas, las Hespérides, las Escilas y otros seres fabulosos, ha sido interpretado de diversas maneras por los antiguos. Algunos creían que las Gorgonas eran animales formidables de pelo largo, cuyo aspecto era tan aterrador que los hombres quedaban paralizados o morían a causa de él, y se creía que algunos de los soldados de Mario habían muerto así (Atenas, v. 64). Plinio ( HN, iv. 31) pensaba que eran una raza de mujeres salvajes, rápidas y cubiertas de pelo; y Diodoro (iii. 55) las considera una raza de mujeres que habitaban las partes occidentales de Libia y que habían sido extirpadas por Hércules al atravesar Libia.
Historia de Medusa y Perseo: autoria del Santuario. Escrito por Lithkasha.
Texto de la publicación: diferentes fuentes de internet y archivos universitarios.
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